martes, 7 de julio de 2009

A trabajar

Según organismos multilaterales y oficinas internacionales de análisis económico, el Perú es uno de los pocos países que crecerá este año y que enfrentará con éxito relativo –pero éxito al fin– los embates de la recesión mundial. Este logro de por sí debería llenar de orgullo a los peruanos y motivarlos a trabajar más para consolidar nuestro liderazgo como nación emergente.
Por ello resulta contraproducente que existan compatriotas equivocados, quienes inclusive han convocado a un paro para los días 7, 8 y 9 de julio. Es más, tenemos que llamarles la atención por el sesgo demagógico del que hacen gala y la infantil plataforma politizada que proponen. No obstante, estamos plenamente seguros que los promotores de esa protesta no representan a la mayoría nacional.

Cualquier ser pensante que analice, desprovisto de mediocres intereses ideologizados propios del “socialismo (chavismo) del siglo XXI”, la “plataforma de lucha” de la entidad convocante a este paro (la CGTP comunista), verá que sólo representa a una verdadera pieza (modelo) de museo, dado el anacronismo y populismo que encierra. La propuesta política y económica de la CGTP, amén de una serie de peticiones que escapan de los fueros sindicales, resulta palabrería hueca que llevaría en corto tiempo a cualquier país a la quiebra. Los postulados programáticos de la cúpula cegetepista y el apoyo que reciben de los dirigentes zurdos de todo pelaje, sólo constituyen una supina irresponsabilidad. Por eso no exageramos si los calificamos de verdaderos traidores a la patria, sin contar por supuesto esa mala costumbre que tienen de convocar a paros en el mes de julio, mes tan significativo del calendario cívico nacional. Esto es así porque su intención no es otra que minar a los gobiernos elegidos democráticamente.

Entonces, con qué autoridad moral los promotores del paro plantean una lista de peticiones si las mismas no resisten una aplicación seria en la realidad. Reclamar, por ejemplo, aumento de sueldos a diestra y siniestra desfinanciaría a las pequeñas y medianas empresas, empujaría los precios al alza, desatándose la inflación; mientras que aumentar el gasto público, sin un respaldo técnico, haría quemar nuestras reservas internacionales netas que tanto esfuerzo han costado en los últimos años a los peruanos. En general, las fórmulas de la CGTP –ahora descaradamente chavista– las conocemos: las ha experimentado el Perú en la década del setenta y todos sabemos a donde nos condujeron, a ser un Estado burocratizado, deficitario y atrasado. De modo que el paro, por donde se mire, no tiene asidero. De ahí que sus organizadores siempre apuestan por la violencia a fin de amedrentar a transportistas y trabajadores.

En ese sentido, al gobierno le toca brindar las garantías para que los ciudadanos puedan movilizarse pacíficamente a sus centros de trabajo, y ello implica implementar una red vehicular con el apoyo de las entidades estatales para facilitar el traslado de las personas y que en el camino no sean interceptadas por vándalos. Sin embargo, como los capitostes “rojos” son tan valientes para convocar a un paro contra el Perú, igualmente deberán serlo si resultaran desgracias que lamentar, asumiendo la responsabilidad de posibles consecuencias funestas. Esperamos que la Fiscalía salga a registrar esos hechos y que la Defensoría colabore en la denuncia de los autores materiales e intelectuales de la barbarie que se pueda generar. Guerra avisada no mata gente.

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