El reparto de actores crece para agitar las aguas latinoamericanas con miras a instituir gobiernos títeres manipulados por la denominada “revolución bolivariana”. En el caso del Perú, las elecciones generales se realizarán en abril de 2011.
Sin embargo desde ahora la agitación frenética ha empezado en diversos escenarios. Por ejemplo, mientras el candidato favorito de Hugo Chávez, de nombre Ollanta Humala, adquiere roce internacional en elegantes foros europeos y en giras destinadas a quitarle la imagen de militarote velasquista, tozudo e insurrecto, otros son los que organizan las huelgas o, como las llaman ahora, “jornadas de lucha”, y desde el Parlamento se continúa con las tareas de agitación.
No cabe duda que ante el fracaso del paro programado para los días 7, 8 y 9 de julio, algo tenían que idear las huestes humalistas, aliadas a todo ese mosaico de grupos que van desde radicales de la izquierda infantil hasta facciones terroristas sumidas hoy en sus procesos de reconstrucción interna, pero todos alentados por el entusiasmo y los dólares del chavismo. Así, se tenía que buscar gente con cara de “yo no fui”, o personajes que simulan no matar ni una mosca. Para eso entró en escena el congresista Víctor Mayorga, quien permitió no sólo el ingreso de emerretistas al Congreso de la República, sino que les autorizó a dar allí una conferencia de prensa. Parte del guión fue mostrarse sorprendido por las declaraciones de la facción Patria Libre, que dicho sea de paso no es un nuevo partido que quiere participar en la política, sino que subrepticiamente lo hace desde 20 años atrás como fachada del MRTA.
Mientras Ollanta Humala quiere aparecer por encima del bien y del mal, aunque atacando a medios de prensa con falacias para no responder por sus temerarias declaraciones en el exterior, aquí en Perú el guión sigue exponiéndose capítulo por capítulo. Así un cándido Mayorga salió a disculparse por distintos medios pero su objetivo lo había logrado: poner ante los ojos de millones de televidentes a nada inofensivos dirigentes de Patria Libre, quienes tienen la misión de agudizar las contradicciones con miras a la campaña electoral que se aproxima. Lamentablemente en medio de ese teatro, donde todas las fuerzas de izquierda suman –unas desempeñando el rol de galán y otras en calidad de personajes secundarios–, tampoco podían faltar los “extras”, quienes se encargarán de aumentar el volumen de la caja de resonancia noticiosa sobre el resurgir de la izquierda antisistema bajo el “socialismo del siglo XXI” promovido por el imperialista petrolero Hugo Chávez.
Para aumentar el drama e intriga en la platea, uno de esos “extras” ha espetado: “los informes de inteligencia no sirven para nada” y exige que “termine la persecución política contra Patria Libre”, desconociendo que es vital para todo Estado libre prevenir amenazas presentes o futuras mediante la producción de inteligencia, y que esas acciones en sí mismas no constituyen “persecución”, toda vez que se hacen para evitar mayores acechos colectivos a la sociedad. Y otro “extra”, pese a haber sido ministro del Interior, ha dicho con total empacho que “el MRTA no existe”. Por Dios, con tanto ingenuo rentado por ONGs o motivado por la figuración, vemos que el país no supera yerros del pasado. Como cuando aquel ex ministro de gobierno belaundista, José María de la Jara, en la década del sesenta minimizó a grupos radicales que luego germinaron la lucha armada con el saldo de veinte mil muertos y miles de millones de dólares en pérdida
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