El primer consejo de ministros del gabinete que preside Javier Velásquez Quesquén aprobó transferir S/. 432 millones a los gobierno locales. El gesto del Ejecutivo es bueno pero esa cifra, según voceros de la Asociación de Municipalidades (Ampe), es insuficiente. Puede ser cierto esto último, pero también es una realidad que el Erario ha sufrido una contracción como consecuencia de la –aún sumamente seria– crisis económica mundial. Nadie niega que las provincias y distritos requieran fondos, toda vez que, por ejemplo, el dinero del Foncomún asimismo disminuyó por efecto de la crisis internacional, que presionó a la baja a la recaudación del Impuesto General a las Ventas, tributo que involucra el impuesto de promoción municipal. Por ello los alcaldes solicitan compensaciones. De acuerdo que así lo hagan, pero no se trata tampoco de ir alzando el tono de las protestas ni mucho menos confrontar con el MEF, el primer ministro, o con el propio presidente de la República. El Perú necesita que todas sus instituciones públicas coordinen y cooperen, evitando generar más zozobra o alteración de la paz social, que ya bastante tenemos con los conflictos sociales politizados. Lamentablemente para algunos lo más fácil es pedir, olvidando que existen problemas a causa de sus propias deficiencias.
Se supone que los mejores líderes locales son elegidos burgomaestres. Estos –acompañados por sus cuerpos de regidores– deben gobernar sus distritos o provincias con inteligencia, dedicación y emoción social. Sin embargo no todos entonan con la eficacia que la sociedad espera. Por eso, antes de pedir, las autoridades locales deben exhibir qué están haciendo realmente para cambiar el panorama de sus jurisdicciones. Para citar un ejemplo, las municipalidades son los primeros entes del Estado en ponerle trabas burocráticas al ciudadano. No olvidemos que del 100% de denuncias que existen en Indecopi por este concepto, el 75% corresponde a quejas contra los gobiernos locales. Y por si no lo saben los alcaldes, este problema aparentemente inofensivo afecta la oferta de trabajo al restarle competitividad a las empresas de sus zonas. Y además existen otras omisiones municipales como no pagar sus impuestos a la Sunat, ni estar al día con sus obligaciones a EsSalud.
Entonces no se trata de decir, de manera mediocre, no hay recursos, ya que un gobernante inteligente tiene que mejorar la eficiencia de su administración a fin de reducir costos. Asimismo necesita ejecutar proyectos productivos e innovar procesos que le generen nuevos fondos. De modo que antes de reclamar alegremente a papá gobierno, los alcaldes deben echar una mirada a su gestión, y comprobar si están cumpliendo con las promesas que hicieron al solicitar el voto del pueblo, así como analizar si realmente están trabajando –con entrega– para servir a aquel ciudadano que vía las ánforas los puso como autoridades. Peor todavía cuando existen comunas que incurren en sobrevaloraciones y otras irregularidades. Una de ellas es la del Cusco, donde el actual alcalde ha planteado serias denuncias contra sus antecesores, quienes dejaron en estado calamitoso la economía edil. De ello, por ejemplo, ¿por qué no se ocupa la Ampe?
miércoles, 15 de julio de 2009
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