Nos solidarizamos con la ciudadanía –en particular con la queja del paciente que acude a los servicios de salud estatales a implorar ayuda por sus dolencias– pues ha rechazado las acciones de fuerzas de una cúpula politizada de galenos.
La respuesta de la población no podía ser otra, porque en este momento el país no sólo sobrepasa los 2,200 casos de influenza AH1N1 sino que –como muchas otras naciones del planeta– transita por la terrible realidad de una pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud y porque, en temporada invernal, los habitantes de la costa sufren más los estragos de las alergias respiratorias, y los pobladores altoandinos sujetos a la inclemencia de friajes y heladas.
Qué indignante que el gremio médico haya incurrido en la misma desconsideración acostumbrada de la CGTP comunista. Hasta ha repetido los mismos términos que usa la camarilla socialista cuando, como parte de sus protestas, desciende a vulgares galimatías. Por ejemplo al señalar que su “paro nacional” es una simple “jornada de lucha”. ¿Cuál es la diferencia entre “paro” y “jornada de movilización” si para los efectos prácticos ambos alteran el normal desenvolvimiento de los centros de salud, con lamentables consecuencias, a veces fatales, para los pacientes u otros médicos que sí quieren laborar? El país está harto de paros y, en concreto, de las huelgas médicas que paralizan el sector Salud, pues la sociedad se encuentra en alerta amarilla ante la probabilidad que se agrave la presencia de un virus de gripe que ya ha cobrado la vida de varios compatriotas.
Pero la situación se torna repudiable cuando, en esencia, el pliego de reclamos de los médicos del Ministerio de Salud se basa en un punto: ganar lo mismo que los galenos de EsSalud. Este es un capricho pueril, un gesto ambicioso y una muestra de absoluta ignorancia, ya que se trata de dos instituciones y realidades diferentes. Por un lado está el Ministerio de Salud (Minsa) –una entidad estatal de servicio público, y cuyos integrantes son funcionarios con el deber de atender, en especial, a los ciudadanos de menores recursos–; y de otra parte está EsSalud, organización autónoma con un directorio integrado por representantes de los trabajadores, los empleadores y el Estado, funcionando fundamentalmente dentro del marco del derecho privado. Es realmente infantil decir “quiero ganar como mi colega que viste guardapolvo turquesa”, y si no consigo esa homologación “dejo de atender a mis pacientes”. Intolerable desde todo punto de vista.
Exigimos a los profesionales que dirigen el sindicato de galenos que superen esa tonta ambición, este vil reclamo antojadizo. Sería racional y maduro que pidan mejoras salariales sin comparar sus ingresos con los médicos de EsSalud. Pero, sobre todo, que busquen su beneficio sin chantajear al país, pues sus “paros” o “jornadas de lucha” perjudican a los más pobres, es decir a quienes tienen serias dificultades para acceder a un servicio médico privado. Ya bastante drama viven estos pobladores como para, encima, sufrir la indiferencia de sus médicos politizados. De continuar las medidas de fuerza –como la de ayer– los médicos estatales estarán devaluando el prestigio de su profesión que, por encima de todo, está sujeta al juramento hipocrático.
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